Los idus de marzo son célebres la historia por ser un día que modificó el curso de la antigüedad y terminó con la República. "Aún no han acabado". A mediados de cada mes, especialmente cuando coinciden con la luna llena, esos días 13 o 15 parecen vaticinar los peores augurios. Es que la suerte y el destino habían tenido para los romanos del Imperio un especial peso en sus creencias y en su espiritualidad. Como herederos de esas concepciones nos asombra oír la narración del presagio, la traición y el homicidio de César, como una historia inquietante que nos trasmite cierta incertidumbre. Las dos figuras, Julio César y Augusto, dejaron una impronta tan fuerte que los seguimos honrando en nuestro calendario. Tu quoque, fili mi! Encarna la dura experiencia de que, ante el poder, nadie está a salvo de la traición.
Antiguamente el fin del invierno y el principio del verano era el 6 de marzo, la salida vespertina de la estrella Arturo. Curiosamente, suele ser la semana más fría en las costas del mar Balear, las ciudades se visten de nieve antes de que el sol de primavera haga su entrada. Los cerezos ya están en flor y las margaritas menores ( Bellis perennis ) ya alfombran las zonas verdes menos pobladas de los parques. Las fuerzas de la natura salen lentamente en letargo, el 21 de marzo, celebraremos el encuentro de Deméter con su amada hija, la que vuelve de las entrañas de la tierra, como una flor se se nutre de su raíz. Mientras tanto, entre el 6 y el 21 de marzo, en esta franja de tiempo solar, los días se van alargando en el hemisferio norte y es posible que algún chaparrón ayude a que el milagro del encuentro madre-hija sea aún más verde. En la Antigüedad, la primavera era conocida como el "primer verano", así lo atestigua Plinio, el viejo. Por lo que sólo se concebía